Alan Armengol García Aguayo
Los
seres humanos, siempre buscamos algún “elemento” que funcione como nuestro
diferenciador en la sociedad y que forme parte de nuestra identidad. Las
afinidades, hobbies, gustos y aficiones son elementos que nos hacen únicos y le
dan sentido a nuestros días, llegan a ser parte del crecimiento personal y
profesional, se crece con ello, se perfecciona al paso de los años, alimentando
siempre nuestra vida.
Por
ello, desde pequeños, nos vemos motivados a elegir alguna afición, que nos
ayude a destacar dentro de nuestro círculo de amigos. El coleccionismo es una
de las mejores opciones que se nos presentan y es así como grandes
coleccionistas iniciaron su tarea, motivados por poseer una colección única,
que se convierta en parte importante de su vida, e incluso, que sea envidiada
por los demás.
Pero
cuando escuchamos la palabra “coleccionismo” es inevitable pensar en el hecho
de guardar piezas u objetos, los cuales ocupan cierto espacio de la habitación
de algún coleccionista. En ocasiones muchos confunden el coleccionismo con la
acumulación, pues existen personas que solo guardan objetos de una misma categoría
sin orden, colocándolos en cajas y sin agregar un sentido. Por ello, cualquier
persona interesada en tener una colección debe plantearse previamente un plan
como línea de acción para estructurar las piezas a coleccionar y un modelo de
organización que facilite dicha actividad.
Acumular
es guardar objetos por el simple hecho de almacenar, mientras que el
coleccionismo es guardar con un objetivo, dando el orden mencionado y sobretodo
una segmentación y especialización de lo que deseamos reunir, que lo haga
“diferente”. Por ello, el coleccionismo se define como una gran afición.
A
lo largo de la historia, el coleccionismo se ha posicionado como un medio que permite a las personas trascender.
Muestra de ello es la colección "Personajes en la filatelia" de
Alfonso Noriega Cantú, que se exhibe de manera temporal en el Museo de
Filatelia de Oaxaca, colección que destaca por ser un gran legado cultural, que no
solo inmortaliza a los personajes que ahí aparecen, sino al coleccionista
mismo. Esta colección permite al visitante viajar a
través de la historia universal, conociendo los más destacados personajes y sus
aportaciones al mundo, a través de una minuciosa colección filatélica que cuenta
con piezas de más de 60 países y algunos territorios en ocupación.
La colección consta de 7 álbumes, con un
total de 5,334 timbres postales, 56 hojas recuerdo y 10 planillas. Todo
organizado en 568 hojas coleccionadoras. Dando una meticulosa organización,
iniciando de manera alfabética con Afganistán y terminando con Yugoslavia, al
interior de cada país el coleccionista ordenó los timbres de manera cronológica
y en ese mismo orden se encuentran exhibidos en la sala del museo.
Lo anterior demuestra el tiempo y el gran empeño
que Noriega Cantú dedicó a esta colección, durante 9 años de su vida, iniciada
en 1953.
El visitar esta exposición es también una
oportunidad de conocer más sobre Alfonso Noriega Cantú, pues en su trabajo,
destaca el número de personajes afines a sus corrientes ideológicas, políticas y
artísticas. Cada hoja es un reflejo del perfeccionismo y del amor a la
filatelia del coleccionista.
El MUFI te invita a que descubras el verdadero
sentido del coleccionismo: “preservar piezas valiosas con el objetivo de
trascender y contribuir con ello a enriquecer los conocimientos de las nuevas
generaciones”.
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