sábado, 2 de noviembre de 2013

Apuntes históricos en relación con los primeros timbres postales



Constantemente se publican en las revistas filatélicas de todo el mundo artículos que versan  sobre el origen de los timbres de correo; pero, por desgracia, sus autores casi siempre tratan el punto forjando suposiciones, y en una forma de leyenda repiten lo que alguna vez oyeron decir. 

A ellos se debe que la historia en cuanto a los primero timbres postales no se haya aclarado 
con precisión, a pesar de la indudable importancia que tiene para todos los coleccionistas. 
Por mi parte, propongo ahora compendiar los principales datos que he podido conseguir, en la inteligencia de que únicamente daré a conocer aquellos que puedan verificarse con 
documentos históricos. 

En el año de 1653 un comerciante francés, radicado en Paris, de nombre Velayer, obtuvo una  concesión del Rey para establecer una empresa postal. Con tal motivo emitió varios timbres  cuya descripción y leyenda en ellos escrita, no me ha sido posible conocer. Por incosteabilidad  del servicio postal en esa época, Velayer abandonó la concesión muy poco tiempo después de  que le fue otorgada. 

La renuncia de Velayer a su empresa en un momento que calificaremos de gestatorio de la 
vida postal, y el transcurso de casi trescientos años de entonces a hoy, bastan a explicar el 
desconocimiento que en la actualidad tenemos de esos timbres, emitidos bajo el amparo de la  concesión del Estado para regular el porte de la correspondencia.   
 Pero el primer paso estaba dado, y aquel mismo año, de 1653, de acuerdo con el decreto de 8 de agosto, el gobierno francés mandó imprimir unos timbres en forma de fajilla que se 
colocaban al rededor  de la carta. Estos timbres tenían la siguiente leyenda: “Post payé…le jour de l an mil six cinquuante- trois, o cinquante-quatre l sol”. Este importantísimo decreto existe en las colecciones de leyes francesas y, además, aparece publicado, conservando en la traducción al español su estilo antiguo, en la revista “Guía del coleccionista” en el año de 1879, en Valparaíso Chile, de la que fue su redactor  y propietario el eminente filatelista de la America del Sur, Enr. Conr. Eberhardt 

Se dice que la Duquesa de Longueville fue quien originariamente concibió la idea de que se colocaran en París varios buzones en los que el público pudiera depositar sus cartas, 
evitándose las molestias de ir hasta las oficinas de correo, el pesar la carta, la tasa de su porte y la declaración de su contenido. Dícese también, que esta idea la comunicó a Mr. Fouquet por entonces Director de Correos de París, aconsejándole que emitiese timbres con el escudo real y la indicación de su valor para franquear con éllos  las cartas pegándolos en la cubierta. Sea de éllos lo que fuere, lo cierto es que por decreto del 8 de agosto de 1653 se imprimieron timbres postales para franquear la correspondencia que se despachaba desde París.

 No obstante lo generalizado que en nuestros días se encuentra el sistema de los timbres 
postales adheridos,  debemos pensar que en aquella época no resultaba un procedimiento 
practico, porque no tardo en desaparecer, necesitándose del trancurso de cerca de doscientos  años para que se insistiese en la idea. 


Parece ser que en Sicilia durante el año de 1813, se usaron sellos de correo, pero por mi parte no he podido hallar fundamento serio de esta afirmación, que se encuentra con frecuencia en obras filatélicas. En cambio, si existe prueba de que el 12 de agosto de 1818 se decretó en  Sicilia la impresión de varios timbres postales que fueron hecos materialmente pocos meses  después, o sea, a principios de 1819. Todo hace creer que fueron tres los valores emitidos a  saber: de 15,25,y 50 céntimos, impresos en azul, directamente en sobres de papel con  filigrana. 

Consistía esta en el escudo de Cerdeña y el retrato del Rey Victor Manuel. Un año 
mas tarde (1820) hiciéronse algunas modificaciones a estos timbres, que se imprimieron en 
ralce en el centro del sobre, sin usarcé de tinta alguna. 
Algunos autores hablan de la existencia de timbres para el correo durante el primer tercio del siglo XIX en China, pero en realidad no hay pruebas suficientes para afirmar categóricamente la exactitud del dato. 

Debo a continuación tratar de los primeros timbres en Inglaterra, pero como a este respecto 
hay muchas rectificaciones por hacer, algunas de ellas de elemental justicia, me veo precisado a extenderme un poco. 

En efecto, parece ser que la mayor parte de los filatelistas consideran a Mr. Rowlan Hill como  el inventor de los primeros timbres postales ingleses, y sin embargo, nada más falso, como lo  de mostraré a continuación, pues ese honor, corresponde a James Chalmers, cuyo retrato reproduzco a guisa de ilustración al presente artículo. 
Chalmers, era natural de Dundee, población en la que trabajaba como impresor. En el año de 1835, ya se le debían varias reformas en relación con vías de comunicación postal, que 
acortaron considerablemente los tiempos de los itinerarios. 

Posteriormente, en 1837 James Chalmers dirigió a Mr. Wallace miembro del Parlamento 
Britanico una carta en la que le exponía su idea de emitir un timbre que se pegaría en las 
cartas para su franqueo. En la misma carta indicaba que  los timbres podían imprimirse en tiras de papel o en pliegos, engomarse y venderse no sólo en las oficinas de correo, sino en librerías y negocios análogos. También decía que para evitar el uso de las estampillas más de una vez, el correo debería inutilizarlas con un sello, y propuso un ejemplo con la inscripción siguiente: 

“Dundee, 16 the February 1838”.  

Luego, en 1839, cuando en el Parlamento se trataba de la reforma conocida con el nombre de “penny post system”, que consistía en rebajar el porte de la correspondencia epistolar a un penique en todo Reino, Mr Wallace hizo referencia a los timbres postales como el medio más eficaz para franquear las cartas. 
Rowland Hill. En aquella época, era jefe de a Comision nombrada para reglamentar el “porte bajo” y aún cuando Chalmer le hizo conocer su idea relativa a los timbre adheribles, no la tomó en consideración. Para insistir en su proyecto de emitir sobres con los sellos impreso, lo que al fin se efectuó y son conocidos con el nombre de “Mulready” que en la actualidad son muy escasos. 

No entra en nuestro propósito negar que Hill carezca de méritos, ya que, por el contrario, 
reconocemos que a él, principalmente, se debe la reforma postal que andando el tiempo 
permitió el auge del sistema moderno, que tanta utilidad tiene para la vida comercial y social 
de la familia y de los pueblos; pero si deseamos precisar, que no fue él el inventor de la 
estampilla adherible para correo, actualmente en uso en todo el mundo. 
El 13 de marzo de 1838 Hill acusó recibo de Chalmers de la carta donde éste explicaba su idea de la estampilla. No obstante esto, el 13 de enero de 1840, cuando Chalmers reclamó a Hill el derecho de invención, éste valiéndose de que ya para entonces era un personaje, se declaró autor de la idea manifestando que la había concebido desde antes del año de 1938.

Mas tarde  Patrick Chalmers, hijo de James, con el objeto de dar a conocer al mundo la verdad sobre la  invención de la estampilla adherible escribió y publicó varios folletos que no fueron  contradichos, ni por el hijo de Hill, ni por los admiradores que en aquella época tenía este  ultimo. 

Como quiera que sea, tratándose de un punto de importancia histórica, la “Enciclopedia 
Británica”  y el “Diccionario de Biografía Nacional”, solicitaron y obtuvieron de Pearson Hill, 
hijo de Sir Rowland toda la documentación autentica que era necesaria en el caso y ambas 
obras, cuya autoridad es reconocida en Inglaterra y en todo el mundo, acordaron considerar a  James Chalmers como el inventor de los timbres postales adheribles. 
Como dato complementario diremos que Chalmers murió en el año de 1853 .

De acuerdo con lo que me propuse al escribir este artículo, me he limitado a dar a conocer los datos históricos, y fácilmente comprobables en documentos relacionados con los primeros timbres que se usaron para franquear correspondencia. En consecuencia, parece obvio indicar  que nada original contiene este articulo, ya que se encuentra formado con datos recogidos de  legislaciones, enciclopedias y vieja literatura filatélica, especialmente del libro “Historia de la filatelia” impreso en Santiago de chile el año de 1890, en la imprenta Gutemburg. 


Mexico, D.F., diciembre 1934. 
Lic. José L. Cossío, hijo. 

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